Sabíamos no decirnos nada, conservando en apariencia una amistad consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho. "Hola, qué haces? Convidame un pucho que me tenes abandonado". Vos con tu mochila a cuesta y yo con la excusa perfecta, para charlar de pavadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario